El cerdo tiene un valor económico y de poder indudable entre los papúes. Prácticamente se calcula la fortuna de una familia según los cerdos que posee y son moneda de cambio y eje de las transacciones comerciales. Son también parte importante de la dote nupcial, de manera que una buena boda se puede arreglar con una cantidad suficiente de cerdos.
El día de la boda, se selecciona uno o varios cerdos para dar de comer a los invitados. Se sacrifican y cocinan de un modo tradicional, rito que constituye la ceremonia o fiesta del cerdo. En nuestro viaje asistimos a una de estas fiestas, realizada a modo de ensayo. Con este fin aportamos el cerdo que siguió el destino que se podía esperar.
En primer lugar, la familia que acude a la fiesta, se reúne en un lugar concreto donde están preparados todos los elementos necesarios. Solo pueden acudir a la ceremonia, hombres y mujeres casados, además de la novia. Para escenificar el paso de mujer soltera a casada, se cambia la falda de la novia, que pasa a vestir una específica o “jukong”.
Dos guerreros toman al cerdo por las patas y lo ofrecen en lo alto. El jefe de la familia, con el arco tradicional, le lanza una flecha directa al corazón. El animal es sacrificado de esta forma rápidamente.
Se procede entonces al quemado de la piel y al deshollado del animal, que queda abierto en canal listo para la preparación culinaria.
Previamente al sacrificio, los hombres han encendido un fuego al modo tradicional. Para ellos usan una cuerda de arco y la frotan sobre un tronco abierto con una piedra, sobre una paja fácilmente inflamable. Con un frotamiento enérgico consiguen la primera llama que dará fuego a una gran hoguera sobre la que se sitúan una determinada cantidad de piedras medianas, que irán absorbiendo el calor de esa pira mientras el cerdo es sacrificado.
Una vez consumido el fuego, las piedras han acumulado gran cantidad de calor y se disponen en un hueco cavado en el suelo. Para manipularlas, usan troncos grandes abiertos por la mitad que manejan como pinzas con gran habilidad.
Construyen así un horno de piedras que van cubriendo con hojas de platanera, de hortalizas y de otras plantas del lugar.
Realizan varios pisos y añaden agua para que nada se queme. Entre piso y piso sitúan abundantes boniatos y patatas. Finalmente colocan el cerdo y lo cubren del todo, cerrando ese horno improvisado con una liana.
Mientras dura la cocina, realizan danzas sencillas, más bien carreras y corros que otra cosa, mientras entonan cánticos festivos por la boda.
Transcurridas una o dos horas, proceden a destapar el horno, a separar las partes cocinadas y a comer el producto de la ceremonia, acuclillados sobre el suelo. El cerdo así cocinado tiene un sabor neutro, ya que se toma sin condimento alguno y parece más bien hervido que horneado. Los boniatos y las patatas acompañan este festín.
Así fue la ceremonia del cerdo que pudimos ver en Saikama.
LA TRASTIENDA DE LA FIESTA DEL CERDO
Al finalizar la ceremonia tradicional tuvimos ocasión de compartir algunos momentos entrañables con los papúes.
Apareció la lluvia y pudimos ver que los papúes aceptan de buen grado algunos inventos como el paraguas.
Ellos también querían guardar memoria del evento.
Finalmente las fotos de grupo, entre kotecas.
2 comentarios:
Que bien se os ve.....casi mimetizados con la tribu.
Bueno, no te digo lo qu se siente con la Koteca puesta...
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