Durante todo nuestro viaje nos han dado de comer en casi todos los pueblos por los que hemos pasado. Además de alimentarnos y restaurarnos, los anfitriones nos han permitido entrar en sus cocinas, lo que implica mostrar lo más intimo de una casa (recordemos el significado de nuestro dicho autóctono, "entrar hasta la cocina".
En esta parte del mundo, muchas veces la cocina y el comedor es a veces la misma estancia, ya que la poca leña disponible se utiliza para cocinar y para calentar la casa. Aquí uno recuerda el verdadero significado de la palabra hogar, como la lumbre que da calor a la casa en la que se vive.
Las cocinas pueden estar en una habitación contingua o bien estar en el centro de la casa. Son cocinas de hierro forjado, elevadas por cuatro patas y conectadas al tiro ochimenea, por un tubo también metálico. Tienen un orificio central en la parte inferior por donde se introduce la leña. Arriba muestran dos o tres quemadores formados por anillos metálicos removibles. Cuando la cocina está encendida se utiliza para calentar grandes cazos llenos de agua que, una vez caliente, se almacena en termos para hacer te, agua de limón o para beberla directamente. También se usa a veces para la higiene personal. Los utensilios de cocina que se utilizan son tradicionales, constituidos por platos de cobre y más recientemente de aluminio, que las mujeres limpian generalmente en el exterior de la vivienda,colocados en palancanas.
Diariamente y en el momento se prepara con masa de harina y agua un pan, en ocasiones fermentado (Nan), en ocasiones sin fermentar (chapati) y otras frito (en Nepal lo llaman pan tibetano, pero en Tibet no lo hemos visto). Este pan frito tiene algún parecido con nuestros buñuelos. Usualmente el plato tradicional nepali es el Dhal Bat. Se cocina una sopa de lentejas amarillas (Dhal) con arroz blanco (Bat). Se adereza con rábano fermentado con guindillas, asi como unas verduras que se frien o se hierven aparte .
La carne suele ser muy escasa, casi nula. En realidad se podría decir que la comida nepali es prácticamente vegetariana, con alguna excepción. Abunda en las montañas, no obstante, la carne de Yak que suele cocinarse en forma de filete o de hamburguesa, casi siempre para los turistas. Se prefiere comer verduras, habiendo muchos habitantes de estas tierras que son vegetarianos de hecho. Los vegetales son abundantes, al contrario de lo que podría creerse. Aunque parezca mentira se cultivan verduras hasta altitudes de casi 4000 metros, en invernaderos. No entendemos bien de donde sacan el oxigeno las zanahorias, los chiles o los rábanos para subsistir a esta altitud.
El te se toma a todas horas. En cada rincon del camino pueden encontrarse salas de te al aire libre, donde tomar una ionfusion y comer algun huevo duro. Se suele tomar te negro, con una infusion muy ligera. Muchas veces se mezcla con leche y se le anyaden especias (masala). No hay un solo Masala, cada cual hace el suyo. Suele incluir alguna o varias de estas especias: gengibre, pimienta blanca, clavo, canela y anis estrellado picado. Casi siempre se le anyade leche como ya se ha dicho, aunque no es obligatorio.
En Tibet, la comida es aún más sencilla. La base de la comida es la Tsampa. Todos los tibetanos se sirven harina (según parece de cebada, aunque es difícil precisar de qué grano se trata), con agua caliente y sal en un bol.
Con sus propias manos hacen unas pelotas de pasta muy densas que comen con delectación, a todas horas, pero sobre todo en el desayuno. El otro alimento insignia es el te tibetano. Algunos lo consideran una sopa, pero nosotros, que lo hemos probado una vez, no hemos encontrado una palabra en castellano para definir este brebaje salado, caliente y graso. Se hace a base de te y mantequilla de Yak que se baten previamente en un cilindro de madera diseñado para tal fin con un bastón mezclador (estos cilindros son muy bonitos, por cierto).
Una vez confeccionada la pasta de mantequilla y te, se realiza la infusión con agua caliente y se le añade sal. Huelga mayor descripción acerca del sabor del producto, sobre el que cada cual puede imaginar lo que quiera, con la absoluta seguridad de que nunca acertará la verdadera rareza gustativa de la pócima, cercana al horror. Hemos visitado también la cocina de un monasterio en la que se aprecia el gusto por el orden y la sobriedad.
A pesar de tantas cosas interesantes como hemos visto, dejamos constancia escrita de que estamos contando los días que nos faltan para volver a comer jamón, queso y vino.
2 comentarios:
Esta es la primera entrada que podemos publicar directamente desde que fuimos a Tibet. El control chino sobre internet es tan feroz, que ni siquiera podiamos acceder a nuestro blog. Se han podido mantener las entradas gracias al trabajo de Julian y de Ximo Pradas, que han recibido el material por mail y han tenido la paciencia y la amabilidad de subirlas al blog. Gracias, amigos!
¡Vaya conjunto de experiencias que habéis vivido,deporte ,naturaleza, cultura, gastronomía, costumbres, aventuras con cajelos lalos, ja, ja, retoques fronterizos de guías!,...Todo éso lo hemos seguido con el placer de sentirnos en esos lugares y en esas situaciones mientras seguíamos el blog. Gracias.
Fran.
PD. Gracias tb por no haber sentido el sabor de éso de la mantequilla de Yak con té; recuerdo la cara del Calleja en el programa de Cuatro,ja,ja.
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