martes, 9 de noviembre de 2010

Tras las huellas de Livingstone


    David Livingstone es uno de los exploradores mas conocidos por el gran público. Esta fama se debe al mil veces contado encuentro del explorador estadounidense Henry M. Stanley con el propio Livingstone en el Lago Taganika, en 1871, que se resolvió con una frase que ha pasado a la historia:

'Dr. Livingstone, I presume?'
"Yes", said he, with a kind smile, lifting his cap slightly.
(¿El Dr. Livingstone, supongo?. Sí, dijo él, con una amable sonrisa, levantando su gorro levemente).
  

            Livingstone, médico, escocés y predicador, no sé si exactamente por este orden, había permanecido aislado de otros hombres blancos en el corazón de Africa durante más de cinco años, buscando las fuentes del Nilo, una de esas búsquedas míticas que mantuvieron en alza las esperanzas y los anhelos de los occidentales durante el siglo XIX. Aunque se le consideraba perdido, una vez que fue hallado por Stanley, no quiso volver a Inglaterra: continuó con su modo de vida y permaneció en Africa hasta su muerte en 1873.

            Incluso después de muerto continuó su viaje. Sus amigos y compañeros africanos, Susi y Chama, que le habían cuidado durante los últimos años, decidieron embalsamar su cadáver para llevarlo hasta Inglaterra. Antes, desentrañaron el cadáver y enterraron su corazón al pie de un árbol. Tras muchas vicisitudes, los africanos consiguieron llegar a Londres con los restos del explorador, que fueron  públicamente honrados en la Sociedad Geográfica.

            Pero su corazón se quedó en Africa, donde pertenecía.

            David realizó varias exploraciones. Las primeras estuvieron más vinculadas a la misión y a la predicación. De hecho se casó con Mary,  hija de Robert Moffat, otro gran explorador y misionero escocés. Se da la circunstancia de que tanto la esposa como los dos hijos de Livingstone ya habían nacido en África.
Tras unos primeros viajes en territorios conocidos, realizó su primer descubrimiento de importancia: el Lago Ngami, al sur del delta del Okavango, tras atravesar el desierto del Kalahari. Poco después, coincidiendo con la estancia en Inglaterra de su esposa e hijos, inició una exploración de enorme envergadura: la búsqueda de una ruta que atravesase toda África del Sur desde el Atlántico hasta el Índico. Con este fin recorrió los territorios de las actuales Botswana, Namibia, Angola, Zimbawe, Zambia y Mozambique. En la segunda fase de este viaje descubrió las cataratas Victoria. Toda la exploración quedó reflejada en un libro de viajes atípico y extraordinario: Missionary travels and researches in South Africa, publicado en 1857. 

http://books.google.es/books?id=evE-vlroXC8C&printsec=frontcover#v=onepage&q&f=false

En este libro se aprecian unos valores conmovedores y adelantados, basados en el respeto y la admiración a Africa, y a sus habitantes, en un repudio diáfano del esclavismo y en una búsqueda de la esencia de la vida en la emoción que despierta lo no conocido.

Ahora en este blog, como pequeño homenaje a un viajero tan avanzado y asombroso, anotamos algunos textos de a versión española de este libro (Viajes y exploraciones en el Africa del Sur, 2008), ilustrados con fotos obtenidas en un reciente viaje por Botswana, Namibia y Zimbawe, como ejemplo de un tiempo detenido.

“A la mañana siguiente, subiendo a uno de los árboles más altos, vimos una hermosa y magnífica extensión de agua, pero rodeada por todas partes del mismo muro impenetrable de cañas” p 243.


“El curso del río es en extremo tortuoso hasta el punto de describir casi un círculo completo cada doce millas”. P 315



“Un magnífico baobab, llamado mowana, en el idioma de los bechuana. Se componía de seis ramas unidas a un tronco, y a un metro del suelo, medía veintiséis de circunferencia. Estos mowanas son los ejemplos más admirables de vitalidad que hay en el país”. P. 228.



“La orillas del Chobe son de toba blanca calcarea y el río se ha ido formando por si mismo un cauce profundo dando abrigo a varios antílopes, cerdos salvajes, cebras, búfalos y elefantes”. P 315





Las orillas del río (Zambeze) empezaban a presentarse más hermosas y en ellas se veían muchos árboles con sus hojas verdes y frescas” p 321.




 “Si nos lo encontramos de día, el león permanece con la vista fija en el viajero durante uno o dos segundos, después de lo cual se vuelve lentamente y da unos diez o doce pasos retirándose y mirando atrás y luego emprende un ligero trote, que concluye con una carrera tan rápida como la de un galgo, cuando ya se cree perdido de vista” p 199.




“También se deja ver con frecuencia el águila pescadora con su cabeza  cuello de extraordinaria blancura” p 324



“De pronto ví venir un búfalo que, espantado por otros compañeros míos, se dirigía a la carrera donde yo estaba; miré a mi alrededor y solo había un árbol como a cien metros; no había medio de llegar a él a tiempo. Monté pues mi carabina, y me dispuse a plantarle un balazo en la frente cuando estuviese a cuatro metros. Surgió en mi espíritu la idea “¿Qué va a ser de mí si no le acierto?”  p 593.


Distinguí a una elefante con su cría. Pude ver un pelotón de los míos que se acercaba a atacarlas.  La pacífica bestia, ignorante del peligro que la amenazaba, estaba dando de mamar a  su cría, que podría tener unos dos años” p 666



“A eso del mediodía un hipopótamo dio con la cabeza contra la canoa, cayendo de resultas al río Mashauana y saltando los demás a la orilla que solo distaba unos diez metros. Cuando volví los ojos, vi al animal asomar un momento a la superficie y mirar la canoa, como para cerciorarse del daño que había causado”. p 600



“Resolví visitar al otro día las cataratas a las que los nativos daban el nombre de Mosioatunya… refiriéndose al vapor y al ruido “Mosi oa tunya” (humo que suena)” p 622



“Los colores de los dos arcoiris en la nube pueden haberles despertado la idea de que fuera ésta la morada de la divinidad” p 629

 
“Las paredes de esta hendidura gigantesca son perpendiculares, y están compuestas por una masa homogénea de piedra.  El borde del lado por donde se precipita el agua, está gastado en un metro, y se han desprendido algunos pedazos, lo cual le da en cierto modo el aspecto de una sierra” p 625


“La cortina de agua, blanca como la nieve, es como miriadas de pequeños cometas que se precipitan en la misma dirección y que, tras de sí, cada uno deja su núcleo de rayos de espuma” p 625


“Todo hombre desea volver al seno de sus amigos, después de una larga ausencia, con algo que mostrar” p 617.



  

3 comentarios:

marusía dijo...

Qué bonito, Xema!! Yo he acabado por fin "El sueño de África" y lo he disfrutado todavía más al volver, de pronto entiendo mejor algunas cosas. Por cierto, veo que tenéis fotos preciosas... picassa os espera con los brazos abiertos, jejeje

biquiños

mavira dijo...

¿Estas fotos son tuyas???? ¡Pero si parecen del National Geographic!!! Mirarlas llena el espíritu. Gracias por compartirlas
Un abrazo

Francisco Manuel Martín del Rosario dijo...

Genial. Enhorabuena. ¡Qué regalo nos haces!.
Un abrazo
Pdta: Me dejas anexar tu blog al mío?