sábado, 30 de octubre de 2010

Tsodilo Hills

Pinturas de un pingüino y de una ballena en medio del Kalahari

Se dice que existen más de 4000 pinturas rupestres bosquimanas realizadas hace alrededor de 3000 años. Son patrimonio cultural de la Humanidad. Se encuentran situadas en las únicas 4 montañas que hemos visto por estos lares y que reciben el nombre de el hombre, la mujer, el hijo y respecto a la cuarta no existe consenso sobre su nombre ya que algunos la llaman el segundo hijo, o el nieto, o el hermano o la suegra o la norte o dios sabe como.


El preámbulo de lo que nos esperaba lo pusieron una manada de cabras que se afanaban sedientas la única fuente bebiendo al morro e intentando cazar al aire cada gota de agua que la fuente dejaba caer. Tras vaciar la mochila y llenarla con varios litros de agua iniciamos la visita de la montaña de la mujer a través de un recorrido circular que llevaba a las inexplicables pinturas de lo que se supone que es una ballena y un pingüino en medio del desierto.






Pasamos por varios abrigos que contenían pinturas realizadas en color rojo, blanco y en lugares en alto que no se comprende como pudieron llegar a esa alturas para pintarlas.
Finalmente el recorrido acabó en unos abrigos en los que milagrosamente evitamos que nuestro cerebro se convirtiera en gel o en líquido derretido por el calor y que los bosquimanes usaban en la época de lluvia para resguarecerse del frío. En medio de la cueva encontramos excavadas en una roca plana un antiguo juego que usaban para entretenerse en los días de lluvia. El guia nos enseñó como se practicaba, se puede ver en el video del final de la entrada


Esta imagen representa el simbolo de la fertilidad masculina, como es obvio.


Bajamos de la montaña mujer a las dos de la tarde con un sol de justicia, medio deshidratados a sentarnos a comer en medio del desierto del Kalahari, bajo la ligera sombra de las acacias.

viernes, 29 de octubre de 2010

Franja del Caprivi y parque natural de Mahambo

Seguidamente con el camión, que va a ser nuestra forma de transporte durante los próximos tres días continuamos hacia la franja del Caprivi, pasando previamente por Botswana hasta llegar a Namibia, atravesando sucesivamente las fronteras por Kasane y Ngoma.



La franja del Caprivi procede de un intento de los antiguos colonizadores alemanes de Namibia de tener una comunicación que le llevara al Océano Indico. En la actualidad se ha quedado como un gran brazo alargado que le sale en la zona norte de la recta frontera de Namibia con Botswana en un intento imposible de llegar del Atlántico al Indico.
De ninguna manera esperábamos, después de kilómetros de paisaje de la sabana, llanura con tierra de tonos negros hasta toda la paleta de los ocres, llegar hacia la intensidad de los verdes y hasta la frescura de los azules del río Zambeze.



Llegamos a Katima Mulilo, Se encuentra situado en la rivera del río Zambeze en Namibia y es igual a los hoteles que vemos en las pelis tiene habitaciones dispersadas a lo largo de la orilla del río con grandes ventanales que permiten desde la cama ver la inmensidad de este naturaleza.
Al atardecer navegamos hasta la puesta de sol, lentamente, abandonando definitivamente el tempo habitual e nos imbuimos en el ritmo acompasado que marcaba la naturaleza, acompañado de una bebida de malta fermentada, uno de los dones que el sapiens ha sido capaz de desarrollar.



Al día siguiente tras ver la salida del sol desde el Zambeze continuamos hacia la reserva natural de Mahango. Está habitada predominantemente por antílopes y no teníamos expectativas de encontrar mucha variedad de animales. Sin embargo la suerte nos acompañó, y parece que el clima y la estación también, ya que en esta época, final de la temporada seca, los animales acuden a las zonas donde hay todavía agua para poder beber.



Al llegar al primer estanque del río encontramos los primeros antílopes impalas caracterizados por tener varias tonalidades de ocres y una especie de M formada por rayas negras en sus partes pudendas. Retozando en la misma pradera encontramos cebras con cachorros recién nacidos amamantado.

En el siguiente claro del camino encontramos al rey de los antílopes, un ser majestuoso de tonos grises y grades cornamentas que se precia de ir solo en la inmensidad de la sabana.



Tras una curva del camino alguien grita: !elefantes! Y, escondidos detrás de un árbol, se van perfilando tres grandes machos. El más grande iba en cabeza y solo tenía un colmillo de marfil, resultado posible de alguna lucha fratricida


Seguimos y fueron apareciendo mas antílopes machos con sus cornamentas, hembras con sus cachorros acompañadas de sus pájaros desparasitadores, cocodrilos, tortugas, aguiluchos ,etc. Nuestra fantasía nos decía que una tarde de safari por el África, se podría culminar con el avistamiento de jirafas y que, ya el éxtasis, sería ver al rey de la selva, el león y aunque nuestra ilusión seria verlo en acción cazando y ver en directo lo que tantos años llevamos contemplando en los documentales de la 2 o en la Nathional Geographic. Pero fue avanzando la tarde y seguimos viendo impalas y el resto de animales, pero no aparecía ni el rey ni la reina jirafa hasta que, cuando casi salíamos de la reserva, en un lado del camino casi a la altura de los árboles divisamos a una jirafa comiendo de un árbol y mirándonos indiferente desde su altura. Del león solo conseguimos ver sus huellas. Bueno, puede ser un buen presagio para mas adelante.


llegar al lugar donde teníamos nuestras tiendas ya de noche nos bañamos en el río Zambeze a la luz de la luna llena oyendo los rugidos de los hipopótamos a nuestro alrededor.