domingo, 8 de noviembre de 2009

Rostros de Kathmandu

Es la hora del regreso. Hemos dejado tres últimas entradas, una por cada uno de los días que tardaremos en llegar a casa. Os agradecemos a todos los que nos habéis visitado, vuestro apoyo y vuestro ánimo. Todos vuestros comentarios han sido una bendición y una alegría y han despertado nuestras sonrisas y nuestras emociones.
Hemos viajado con vosotros.



A la hora de la vuelta queremos dejar, como agradecimiento a la exquisita gente de Nepal y de Kathmandu, un homenaje, a través de sus rostros, expresivos, generosos y amables.
Todo nuestro viaje ha sido extraordinario, gracias a esta gente maravillosa.








Hay paisajes y hay también paisajes humanos. En Nepal, ambos son extraordinarios.

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Los porteadores (porters)

En Nepal los caminos son tan difíciles, estrechos y complejos que resulta muy comprometido transportar cargas, pesos y materiales. Se usan ocasionalmente mulas y unos pequeños caballos, o ponies nepalíes. Pero la mayor parte de la cargas las trasportan los sufridos porteadores o porters.


Se dice que algunos pueden llevar hasta 80 a 100 kg de una sola vez, aunque los normal es que carguen hasta 30 o 40 kg. El trabajo es muy duro, ya que cobran por peso transportado, de manera que siempre se intenta llevar el maximo para ganar todo lo posible en el mismo viaje.






Una carga clasica es la preciada leña, indispensable para la supervivencia. Llevan el peso encajado en una cesta con una banda de cuerda y un refuerzo de tela que apoyan sobre la frente, cargando casi todo sobre el cuello.



Un porter que lleva media casa encima.


Otro que transporta paneles de madera para construir una habitación.



Este lleva el techado de metal para cubrir una casa.


Los porters descansan con frecuencia sobre unas rocas o unos tablados de madera preparados a la altura adecuada para que dejen el peso sin tener que volbver a levantarlo desde el suelo.

Tambien transportan jaulas para los animales vivos.

En esta imagen, el porter es un peregrino que lleva como ofrenda para un monasterio, un bidón. Este transporte le costará aproximadamente cinco días.

Despues de haber visto trabajar a los porters nepalíes, no se nos ocurre trabajo alguno tan duro, ni tan difícil, ni tan imposible. No creo que ningún occidental pudiese arrastrar cualquiera de esos pesos, cargados al cuello, mas allá de unos 20 metros. Yo, desde luego, no podría ni levantarlo.

Construyendo un puente

Para salvar los numerosos ríos, arroyos y vados que existen en los valles del Annapurna, los nepalíes contrataron una empresa suiza que construyó numerosos puentes de acero. Curiosamente, estos puentes reciben el nombre de "puentes nepalíes", a pesar de ser de fabricación suiza. Algunas versiones simplificadas se usan en algunas vías ferratas y se llaman también "puentes tibetanos".



Sin embargo, antes de la llegaa del acero, los propios habitantes de los valles construían sus puentes con cañas de bambú.

Hemos tenido el privilegio de asistir a la construcción de uno de esos puentes, desde el principio hasta el final.

Primero se afianzan los los dos lados con rocas.



Se tienden dos cañas largas de ladoi a lado, cabalgando entre los dos fundamentows de piedra. Ved la ferocidad del agua bajo las exiguas cañas iniciales.


La tensión se masca en el otro lado. Los operarios asisten asombrados a los primeros y peligrosos pasos.



El equilibrio es muy precario y el trabajador mas implicado recibe una línea de seguridad, o línea de vida.


Aún así la posición de equilibrio es muy precaria.


Al final consigue estabilizar el piso y afianzar la construcción.


Ya se puede poner de pie y continuar con su obra.


El puente terminado. Increíble.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Un paseo por las cocinas del Hymalaya

Durante todo nuestro viaje nos han dado de comer en casi todos los pueblos por los que hemos pasado. Además de alimentarnos y restaurarnos, los anfitriones nos han permitido entrar en sus cocinas, lo que implica mostrar lo más intimo de una casa (recordemos el significado de nuestro dicho autóctono, "entrar hasta la cocina".




En esta parte del mundo, muchas veces la cocina y el comedor es a veces la misma estancia, ya que la poca leña disponible se utiliza para cocinar y para calentar la casa. Aquí uno recuerda el verdadero significado de la palabra hogar, como la lumbre que da calor a la casa en la que se vive.
Las cocinas pueden estar en una habitación contingua o bien estar en el centro de la casa. Son cocinas de hierro forjado, elevadas por cuatro patas y conectadas al tiro ochimenea, por un tubo también metálico. Tienen un orificio central en la parte inferior por donde se introduce la leña. Arriba muestran dos o tres quemadores formados por anillos metálicos removibles. Cuando la cocina está encendida se utiliza para calentar grandes cazos llenos de agua que, una vez caliente, se almacena en termos para hacer te, agua de limón o para beberla directamente. También se usa a veces para la higiene personal. Los utensilios de cocina que se utilizan son tradicionales, constituidos por platos de cobre y más recientemente de aluminio, que las mujeres limpian generalmente en el exterior de la vivienda,colocados en palancanas.
Diariamente y en el momento se prepara con masa de harina y agua un pan, en ocasiones fermentado (Nan), en ocasiones sin fermentar (chapati) y otras frito (en Nepal lo llaman pan tibetano, pero en Tibet no lo hemos visto). Este pan frito tiene algún parecido con nuestros buñuelos. Usualmente el plato tradicional nepali es el Dhal Bat. Se cocina una sopa de lentejas amarillas (Dhal) con arroz blanco (Bat). Se adereza con rábano fermentado con guindillas, asi como unas verduras que se frien o se hierven aparte .
La carne suele ser muy escasa, casi nula. En realidad se podría decir que la comida nepali es prácticamente vegetariana, con alguna excepción. Abunda en las montañas, no obstante, la carne de Yak que suele cocinarse en forma de filete o de hamburguesa, casi siempre para los turistas. Se prefiere comer verduras, habiendo muchos habitantes de estas tierras que son vegetarianos de hecho. Los vegetales son abundantes, al contrario de lo que podría creerse. Aunque parezca mentira se cultivan verduras hasta altitudes de casi 4000 metros, en invernaderos. No entendemos bien de donde sacan el oxigeno las zanahorias, los chiles o los rábanos para subsistir a esta altitud.
El te se toma a todas horas. En cada rincon del camino pueden encontrarse salas de te al aire libre, donde tomar una ionfusion y comer algun huevo duro. Se suele tomar te negro, con una infusion muy ligera. Muchas veces se mezcla con leche y se le anyaden especias (masala). No hay un solo Masala, cada cual hace el suyo. Suele incluir alguna o varias de estas especias: gengibre, pimienta blanca, clavo, canela y anis estrellado picado. Casi siempre se le anyade leche como ya se ha dicho, aunque no es obligatorio.


En Tibet, la comida es aún más sencilla. La base de la comida es la Tsampa. Todos los tibetanos se sirven harina (según parece de cebada, aunque es difícil precisar de qué grano se trata), con agua caliente y sal en un bol.
Con sus propias manos hacen unas pelotas de pasta muy densas que comen con delectación, a todas horas, pero sobre todo en el desayuno. El otro alimento insignia es el te tibetano. Algunos lo consideran una sopa, pero nosotros, que lo hemos probado una vez, no hemos encontrado una palabra en castellano para definir este brebaje salado, caliente y graso. Se hace a base de te y mantequilla de Yak que se baten previamente en un cilindro de madera diseñado para tal fin con un bastón mezclador (estos cilindros son muy bonitos, por cierto).
Una vez confeccionada la pasta de mantequilla y te, se realiza la infusión con agua caliente y se le añade sal. Huelga mayor descripción acerca del sabor del producto, sobre el que cada cual puede imaginar lo que quiera, con la absoluta seguridad de que nunca acertará la verdadera rareza gustativa de la pócima, cercana al horror. Hemos visitado también la cocina de un monasterio en la que se aprecia el gusto por el orden y la sobriedad.
A pesar de tantas cosas interesantes como hemos visto, dejamos constancia escrita de que estamos contando los días que nos faltan para volver a comer jamón, queso y vino.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Funerales celestes

Durante estos últimos dias, nuestra actividad viajera se ha centrado en aspectos relacionados con el budismo y la visita a los monasterios, que abarcan más que el plano religioso ya que, en realidad, cumplen una función de dirección intelectual y liderazgo del pais. Tras ver múltiples monasterios y sentir en algunos de ellos el peso de la historia y de la espiritualidad e intentar hacerse una idea de lo que las figuras de buda representan (tarea difícil ya que hay una estupa en la que se representa a Buda en 100 formas diferentes). Solo hemos conseguido quedarnos con el nombre de alguno de ellos y, entre todos, el Buda de la medicina o Menlha. Tras hacer un recorrido turístico habitual por el monasterios Bönpo de Yungdrungling (antiguamente segunda institución monástica Bön) en Gyantse (tercera ciudad de Tibet antes de la revolución cultural del 51), encontramos en un lugar escondido de nuestra salvadora guia lonely, una información sorprendente.


Ademas de la presencia en el monasterio de un magnifico dibujo de la rueda de la vida budista en la entrada, informaba de la existencia de una capilla escondida a la izquierda de la entrada del monasterio. La capilla estaba compuesta de dos estancias, una que era de paso hacia una habitación contigua donde un niño monje vendia amuletos protectores de la longevidad y otros amuletos. Ademas se guardaban numerosas máscaras con forma de dragón que, al parecer, se utilizan en una danza ritual que se realiza una vez al año. Pero había algo más. Unas imágenes borrosas en la pared, difuminadas por el paso del tiempo, mostraban unas imágenes apenas visibles. Las iluminamos con los frontales para descifrar los dibujos que se escondian entre la oscuridad. De repente, descubrimos imágenes horripilantes de brazos y piernas amputados, rodeados de aves, budas y dioses protectores iracundos. Efectivamente en sus muros se representaba paso a paso el proceso del funeral celestial o jhator .en Tibetano (los ingleses lo llaman sky burial).
Según nos contaron la realización de estos rituales se deben a que en el altiplano del Tibet no hay arboles y no hay madera con los que no se pueden quemar los cadaveres. Tambien se dice que una vez el alma fuera del cuerpo, éste tiene que ser devuelto a la naturaleza en un acto de generosidad con el resto de los seres vivos. Los tibetanos continuan celebrando esta ceremonia fuineraria de los funerales celestes. Despues de la muerte, el cuerpo se conserva durante 24 h en posición sedente, mientras que un lama recita oraciones del libro tibetano de los muertos para ayudar al alma en su viaje entre la muerte y el renacimiento o reencarnación. A los tres dias, el cadaver se bendice y se hacen oraciones a primera hora de la mañana en el monasterio. El cuerpo se pliega (se le rompe la columna y se hace un paquete pequeño con él) y un amigo intimo lo trasporta en la espalda hasta el lugar del funeral. Alli los rogyapas (descuartizadores) cortan el pelo del difunto, trocean el cadaver y lo ofrecen a los buitres.
Cuando éstos han comido la carne, se muelen los huesos con tsampa (harina de cebada tostada) para que los buitres acaben su festin. El funeral en si se considera un ritual para deshacerse del cuerpo cuya alma ya ha partido hacia la reencarnación y es más bien un último acto de compasión hacia las aves.
Sorprendidos y estupefactos desde nuestra percepción occidental, intentamos buscar algo mas de información. Según hemos podido averiguar, este funeral celeste solo se celebra en Tibet, y no en otras regiones con creencias budistas. El budismo utiliza normalmente la icineración. Así que, posiblemente, estos rituales procedan de la religión animista Bön, instalada en el Tibet desde el 2000 a.C. y que perduró hasta el siglo VIII, en que se introdujo el Budismo. Entre sus simbolos más representativos figura la cruz esvástica, pero con las barras finales en sentido antihorario. También los Bön realizan los ritos de oración con giros antihorarios, en dirección opuesta a los budistas. Por lo visto son practicas ancestrales que se iniciaron en la religion animista y se incorporaron posteriormente al budismo. Todavía se realizan funerales celestes en el monasterio Drepung.
En los dibujos de la capilla donde descubrimos esta tradición funeraria hay muchos aspectos que no se explican en los textos que hemos consultado. Por ejemplo, además de buitres, los restos mortales se entregan a perros o lobos.
Los dibujos muestran un paralelismo con la rueda de la vida: en la parte de arriba del mural se observan budas. En la inferior, el sufrimiento del infierno. En la intermedia, los pájaros devoran los restos descuartizados. Da la impresión de que las aves puedan llevar estos restos hacia la parte alta, donde los budas disfrutan de la iluminación. Otros detalles muy sugerentes nos los ofreció nuestra guía sherpa nepalesa, Ang Phurba, que fue la primera que nos habló del funeral celeste. Ella sugería unas causas materiales muy directas para este tipo de rito: la falta de leña para realizar la cremación y la falta de rios circulantes en altura para dejar los cadáveres en el agua que fluye, al estilo hinduista.
Para finalizar sobre la confrontación de este rito con nuestra percepción occidental, es interesante recordar que Reinhold Messner, el primer montañero que subió el Everest sin oxígeno, y el primero que subió los 14 ochomiles del planeta, ha pedido recientemente, a sus 65 años, que su cuerpo sea ofrecido a las aves del Himalaya cuando muera.
Sobrecogedor.


martes, 3 de noviembre de 2009

Tiempo de observar


Los monjes

Los portadores de la Thangka

La oración

La ofrenda

El gran Lama

Ochomiles desde el Tibet



Cho-oyu

Shishapagma


Makalu


Everest y el Lothse, justo delante


Makalu, Lothse, Everest y Cho-oyu



Everest, Carmen en el campo base



Everest y Cho-oyu a la caida del sol


Everest con su glaciar


Everest, Cara norte


Everest a la puesta del sol