La franja del Caprivi procede de un intento de los antiguos colonizadores alemanes de Namibia de tener una comunicación que le llevara al Océano Indico. En la actualidad se ha quedado como un gran brazo alargado que le sale en la zona norte de la recta frontera de Namibia con Botswana en un intento imposible de llegar del Atlántico al Indico.
De ninguna manera esperábamos, después de kilómetros de paisaje de la sabana, llanura con tierra de tonos negros hasta toda la paleta de los ocres, llegar hacia la intensidad de los verdes y hasta la frescura de los azules del río Zambeze.
Llegamos a Katima Mulilo, Se encuentra situado en la rivera del río Zambeze en Namibia y es igual a los hoteles que vemos en las pelis tiene habitaciones dispersadas a lo largo de la orilla del río con grandes ventanales que permiten desde la cama ver la inmensidad de este naturaleza.
Al atardecer navegamos hasta la puesta de sol, lentamente, abandonando definitivamente el tempo habitual e nos imbuimos en el ritmo acompasado que marcaba la naturaleza, acompañado de una bebida de malta fermentada, uno de los dones que el sapiens ha sido capaz de desarrollar.
Al día siguiente tras ver la salida del sol desde el Zambeze continuamos hacia la reserva natural de Mahango. Está habitada predominantemente por antílopes y no teníamos expectativas de encontrar mucha variedad de animales. Sin embargo la suerte nos acompañó, y parece que el clima y la estación también, ya que en esta época, final de la temporada seca, los animales acuden a las zonas donde hay todavía agua para poder beber.
Al llegar al primer estanque del río encontramos los primeros antílopes impalas caracterizados por tener varias tonalidades de ocres y una especie de M formada por rayas negras en sus partes pudendas. Retozando en la misma pradera encontramos cebras con cachorros recién nacidos amamantado.
En el siguiente claro del camino encontramos al rey de los antílopes, un ser majestuoso de tonos grises y grades cornamentas que se precia de ir solo en la inmensidad de la sabana.
Tras una curva del camino alguien grita: !elefantes! Y, escondidos detrás de un árbol, se van perfilando tres grandes machos. El más grande iba en cabeza y solo tenía un colmillo de marfil, resultado posible de alguna lucha fratricida
Seguimos y fueron apareciendo mas antílopes machos con sus cornamentas, hembras con sus cachorros acompañadas de sus pájaros desparasitadores, cocodrilos, tortugas, aguiluchos ,etc. Nuestra fantasía nos decía que una tarde de safari por el África, se podría culminar con el avistamiento de jirafas y que, ya el éxtasis, sería ver al rey de la selva, el león y aunque nuestra ilusión seria verlo en acción cazando y ver en directo lo que tantos años llevamos contemplando en los documentales de la 2 o en la Nathional Geographic. Pero fue avanzando la tarde y seguimos viendo impalas y el resto de animales, pero no aparecía ni el rey ni la reina jirafa hasta que, cuando casi salíamos de la reserva, en un lado del camino casi a la altura de los árboles divisamos a una jirafa comiendo de un árbol y mirándonos indiferente desde su altura. Del león solo conseguimos ver sus huellas. Bueno, puede ser un buen presagio para mas adelante.
Tras una curva del camino alguien grita: !elefantes! Y, escondidos detrás de un árbol, se van perfilando tres grandes machos. El más grande iba en cabeza y solo tenía un colmillo de marfil, resultado posible de alguna lucha fratricida
Seguimos y fueron apareciendo mas antílopes machos con sus cornamentas, hembras con sus cachorros acompañadas de sus pájaros desparasitadores, cocodrilos, tortugas, aguiluchos ,etc. Nuestra fantasía nos decía que una tarde de safari por el África, se podría culminar con el avistamiento de jirafas y que, ya el éxtasis, sería ver al rey de la selva, el león y aunque nuestra ilusión seria verlo en acción cazando y ver en directo lo que tantos años llevamos contemplando en los documentales de la 2 o en la Nathional Geographic. Pero fue avanzando la tarde y seguimos viendo impalas y el resto de animales, pero no aparecía ni el rey ni la reina jirafa hasta que, cuando casi salíamos de la reserva, en un lado del camino casi a la altura de los árboles divisamos a una jirafa comiendo de un árbol y mirándonos indiferente desde su altura. Del león solo conseguimos ver sus huellas. Bueno, puede ser un buen presagio para mas adelante.
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